Necesité
de ti, en mis días grises, donde me sentía atrapado en un agónico laberinto
pero no estabas.
Donde solo
me acompañaba un cigarrillo, el cual no quería fumar porque me haría sentir más
solo de lo que ya me encontraba.
Necesité
de ti y de tus labios que son mi droga, ya que en ellos siento que muero y
renazco pero que cuando lo hago siento el daño que causan ellos en mí.
No has
podido salir de mi cabeza y no quiero expulsarte, no encuentro forma ni motivo
porque es tan majestuosa como un amanecer a la orilla del mar.
Y sólo
ésta pregunta rondaba en mí cabeza, ¿por qué ella es tan perfecta? Y no en el
sentido erróneo de creer perfecto a alguien por su físico. No, ella es todo eso
que cualquiera soñaría con poder tener y que yo perdí.
En tal
caso si merezco estar solo y seguir necesitando de ti, estoy cumpliendo con mi
castigo eterno, recordarte mientras vago por los callejones de la miserable
vida que dio inicio tras tu partida.
Un nuevo caos y una chica anónima.
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