jueves, 22 de febrero de 2018

Vivos recuerdos.



-Esto es difícil… ¡vaya que lo es!-

Eso pensaba mientras releía por enésima vez la carta que te daría el día en que me dejaste plantado. Quería tirarla, olvidarla e incluso intente quemarla pero no podía, lo que quería y deseaba era no haber escrito esa maldita carta.

Nada de eso serviría, estaba escrita y la seguía leyendo, la rabia me consumía poco a poco porque ni siquiera te preocupó eso. No te importó cuan destrozado quedaría ese día y después.

Todos los factores indicaban que no querías nada por más que lo parecía, estaba cansado de esperar –porque aunque no lo parezca, esperar cansa- intente de todo, todo lo que estaba a mi alcance, proponía encuentros para los que nunca tenías tiempo y ahí estaba yo, esperando… y esperando.

Podría intentar borrarte pero, sé muy bien que si te vuelvo a ver volverán todos eso “buenos recuerdos” que aún quedan como estigmas es mi memoria y me odio por eso, me odio por saber que me dominas y que tarde o temprano volvería a sucumbir ante ti, seguiría enamorado de ti, porque todo eso que sentí contigo no había pasado antes.

He intentado olvidarte y fracaso en cada intento, llegue a probar con el alcohol y fue la peor de todas las ideas que se me pudieron ocurrir, le doy gracias a Dios que estaban tan ebrio que no recordaba que no tenía renta en mi teléfono –pero  recordaba perfectamente tu número-. En la mañana al despertar noté que tenía 27 llamadas sin salir en mi buzón.

No quiero darte mucha importancia porque no quiero llamar tu atención, no quiero que regreses por obligación, si lo haces que sea porque realmente lo quieres. No te escribiré ni intentaré volver a llamar… si tú lo haces rápido te iré a contestar.



Un nuevo caos.

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