domingo, 10 de septiembre de 2017

Una noche encantadora.

Blanca como la nieve, cabellera dorada y una mirada cálida, así es ella, mágica, fuera de lo común, es una chica muy estrafalaria aunque no lo sepa.

Hasta el día de hoy me preguntaba ¿Qué me ataría de ella?

Era esa profunda mirada, esos gestos que hacía con sus cejas y nariz al hablar, lastimosamente el día que me lo pregunto las palabras no me salían, no sabremos si fuera cambiado las cosas o no.

Bailamos en los pasillos a altas horas de la noche sin importarnos nada, fue encantador, sentí una pequeña incomodidad al bailar ya que era un poco más alta que yo y le dije con tono de chiste.

Empezamos a merodear los pasillos toda la noche ya que estábamos un poco ebrios y terminamos en la habitación, ahí estábamos los dos, ebrios y muertos de risa, el silencio llego en un momento, ella pensaba en cualquier cosa y yo solo la miraba.

¡Vaya! No me imagine mejor lugar para perderme que en la inmensidad de sus ojos color café, la luz de la luna entraba por la ventana dejando la habitación a poca luz, como las típicas escenas de amor de las películas, solo me incline y la bese, sabiendo que a ella le gustaba otra persona, ella respondió de la misma manera, no sé si fue por los efectos del alcohol o porque así lo quiso. Nos fuimos de la habitación y la lleve a la suya acabando así la mejor noche que he tenido en años.

Pasaron los días y ya no hablábamos, todo quedo en esa noche, agradezco por regalarme las mejores de las noches. Sé que ahora está con el chico que le gusta y espero que las cosas le salgan bien, mientras yo me desahogo en las escrituras como siempre lo hago, no sé si llegaras a leer esto pero aquí estaré, con tu recuerdo en mi memoria, el sabor de tus labios y el calor de tus abrazos.

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